¿Sabes qué? Te
odio. Son dos simples palabras, sí, pero por momentos eso es lo que consigues
que sienta hacia ti, odio.
Odio no poder
dejar de pensar en ti, odio no poder dejar de mirarte, odio no poder dejar de sonreír
por tu maldita culpa, odio quererte cada día más, odio querer abrazarte constantemente,
odio que todo gire entorno a ti, odio que seas el primero en el que pienso cuando me dicen ‘pide un deseo’ por mi
cumpleaños con la esperanza de que pida lo que pida se cumplirá… Pero lo que
más odio es que por mucho que diga que te odio, jamás conseguiré odiarte, ni
siquiera un poco. Nada de nada. Porque por mucho que lo intente será solo una
palabra que esconde tras ella un amor tan grande como el que yo siento por ti. VII