lunes, 31 de octubre de 2016

Balas.

De qué me sirve tener un corazón a prueba de balas, si lo que me mata, es tu boca. 
A lo mejor, es que yo soy masoca y necesito de tus arañazos para creer que he recuperado una de mis siete vidas. Cómo puedo ser tan imbécil de depender de tus ronroneos a media luz, si sé que en cuanto se te ponga la luna enfrente vas a brindarle la oportunidad de lamerle hasta la locura. 
Pero que no se me olvide, que no se me olvide que soy mía antes que de nadie, que llevo la falda con la que se torea, que soy fuerte y que ser valiente no significa "no llorar". Que no se me olvide qué es reír, que no se me olvide sentir, caer, tropezar, cicatrizar, que no se me olvide cómo era antes de ti. Porque también tengo una bala en la recámara, esperando a ser disparada, para luego perderse, me da igual ser una bala perdida desde que he encontrado en tu ombligo el epicentro de la Tierra, ahora que sé que soy capaz de reventar un terremoto si se cuela entre tus piernas.
Tengo una pistola vacía que juega a matar gente, yo la llamo cordura, y es capaz de llevarte a la décima altura para luego soltarte. A parte, tengo diecinueve motivos por los cuales debería salir corriendo, porque correrte ya sé que hace quinientas noches que lo haces en  otras camas.
Tengo muchas historias entre manos y no sé qué tramas, pero tú ya no formas parte de ninguna, no me hagas agarrarme a tus pupilas, ¿no ves que ahora miro suelo?, miro al suelo, porque te deje el mundo a tus pies y tú seguiste bailando como si nada. Miro al suelo porque veo tus pies moverse al compás de tus latidos, porque estás pisando mi corazón y tú sigues bailando como si nada. Mira, mejor vamos a hacer como que no nos hemos conocido, como si hubiéramos vendido a un programa de prensa rosa un romance inventado, y cuando trates de empezar de cero llegará alguien que te hará volar sin alas, te partirás la boca por quitarle más las lágrimas que las bragas y te darás cuenta de que nada sirve un corazón a prueba de balas si lo que buscas, es que te mate su boca. 
No, por favor, decirle que vuelva que viene el invierno y el frío, que quiero recuperar lo que fue mío. No me imagino un otoño sin deshojar sus párpados, sin ser los hijos vástagos de una generación que no creía en el amor. No me imagino vivir sin hacer manifestaciones en su cadera para denunciar lo desacuerdo que estoy con el mundo, sin decidir si salgo a flote o me hundo entre sus piernas cada noche, sin apuntarme al derroche de saliva, a sus idas y venidas, a ser su salvavidas en cada derrumbe, por favor, decidle que vuelva... A quererme, a dispararme. 


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